Fin de año 2020

Llegó el momento, el último día de este año tan lleno de historias que serán difíciles de olvidar. Después de casi una tercera guerra mundial, de abejas asesinas, un virus llamado Covid-19, de mosquitos del Nilo, un supuesto rebrote de la peste bubónica, las elecciones de Estados Unidos, las quedadas a la mitad, las carreras de vuelta a casa por no ver la hora, las palabras “la mascarilla” que nos hace volver a recogerla, los bingos en los balcones, los aplausos a las ocho, las manos con más alcohol que en el estómago, la ropa que “puede durar otro día más, total, no he ido a ningún lado”. Después de todo lo que hemos pasado durante el año, ha surgido un nuevo espíritu, ese que pide para el año que viene salud, que todos volvamos a reunirnos, a abrazar, a besar, y recordar a aquellos que se fueron antes de tiempo injustamente, recordar lo que hemos vivido y no volver a caer en lo mismo. Este año ha surgido una nueva rutina que ni soñando hubiésemos imaginado, quien nos iba a decir que estar tanto tiempo en casa iba a despertar en nosotros esa motivación de ponerse a hacer ejercicio, a aprender a cocinar, a llamar a tu abuela para saber como se hace un puchero, o a pedir a ese amigo tuyo aquel taladro que le prestaste y a saber donde se puede encontrar ahora, decidir pintar la casa o meterte en obras por tu cuenta porque “si no se hace ahora que hay tiempo…” Pero sobre todo, darnos cuenta de que ha sido un año de reflexión, una prueba que nos ha hecho más fuertes, imparables, y que nos ha hecho darnos cuenta de que no valorábamos lo suficiente lo más importante, la vida. Mi deseo es que todos seamos capaces de seguir adelante y poder disfrutar de un año mejor.