La ciudad misteriosa

Desperté sobre un césped de verde intenso el cual sus hojas destacaban entre los mechones de pelo castaños. Alcé la vista poco a poco y comencé a pensar y a dudar acerca del lugar donde me hallaba. Una mariquita se posó en mi vestido celeste que yacía manchado por varias partes, y tras un breve descanso de su viaje, emprendió el vuelo y se alejó de la tela azul. Los arbustos eran muy verdes así como la hierba y brotaban unas grandes flores amarillas las cuales se movían a pesar de que no corría ni una pizca de brisa. Se escuchaban pájaros pero no se veía ninguno por mucho que observase los árboles de troncos azulados. No parecía un paisaje real, sino una ilustración procedente de un libro infantil, y seguía sin saber donde me encontraba. Aún sentada en el césped pude ver como un gato totalmente blanco pasaba a unos metros por delante, se paró y sus ojos azules se cruzaron con los míos verdes, duró un par de segundos y tras esto volvió a sus andadas un poco más apresurado. Me levanté para seguirlo y tras intentarlo un par de minutos lo perdí. Miré a mi alrededor y cada vez el paisaje parecía más irreal, no veía mi casa, ni nadie alrededor que pudiera indicarme donde me ubicaba. ¿Cómo iba a volver?

-¿Para qué quieres volver?- La voz me sobresaltó y miré a todos lados.

-¿Quién es?¿Dónde está?

-Yo soy.

-¿Y quién eres tú?

-Tu me conoces, nos hemos visto antes.- De pronto el gato blanco salió de entre los arbustos sobresaltándome de nuevo.

-Hola gatito.- Me acerqué a él.- ¿Has visto quien habla?

-Claro Bianca, yo soy.- Respondió el felino.