Última confesión
- Gwen Paterson
- 18 mar 2022
- 1 Min. de lectura
Se encontraba sentada sobre una silla blanca la cual hacía contraste con su sudadera negra y naranja. El pelo suelto caía por sus hombros, ondulados, y la imagen parecía de lo más natural, pero el mensaje que guardaba no lo era en absoluto. La chica escribía, pero su mano temblaba, temblaba todo su ser desde su cuerpo hasta su alma. Y es que a simple vista tan solo era un temblor continuo, tal vez de frío por la época en la que estaba, pero no era así. Ella temblaba de la ansiedad, un ataque de ansiedad del que no podía desprenderse a pesar de que odiaba que la vieran así. Faltaba cualquier roce, cualquier palabra dirigida hacia su persona para que sus ojos se cristalizasen y comenzase a derramar lágrimas saladas, y amargas, derrumbarse por completo. Pero ahí estaba, sentada sobre una silla blanca, con el pelo suelto que caía por sus hombros, temblando por la lucha que sucedía en su interior, intentando controlar el ataque contra ella misma.





Comentarios