Ya casi es otoño
- Gwen Paterson
- 17 sept 2023
- 2 Min. de lectura
Ya casi es otoño, aún perduran las tirantas y resisten los vaqueros cortos por más que el cielo se tiña de gris y las nubes hagan acto de presencia. Pero cuando la luna sale de su escondite guiada por Selene, el viento hace acto de presencia, haciendo que las hojas y la hierba bailen, y los nocturnos animales comienzan el hermoso trabajo de acompañar a las estrellas para que estas no estén desprotegidas. Casi es otoño y hará un año desde que te fuiste con la promesa de volver pronto. Te arrebataron la vida injustamente pronto, y no hay día que no me siente frente a la ventana, mirando hacia la calle esperando verte llegar, o cada noche alzando la vista preguntándome en qué constelación puedo buscarte. Porque hace un año que ya no estás, pero te veo en todas partes como cuando paso por la tienda de discos que te gustaba o cuando vuelvo a la cafetería que tanto nos vio crecer. Te siento en todos lados, cuando duermo mirando a la ventana y aún huelen a ti las sábanas, o con aquel libro en el que quisiste anotar todo lo que te gustaba.
Aún tengo la fea costumbre de llegar tarde a los sitios, y la manía de morderme los labios dejando pequeñas heridas, porque para que dejarlo si ya no estás para besarlos. Sigo intentando cocinar aunque no encuentre para quien, y mis momentos de sobre-pensar no han acabado, así que me tumbo en el suelo, estiro los brazos y respiro profundamente teniendo la necesidad de aferrarme a algo sólido para no seguir a la deriva en mis pensamientos. Recuerdo el día que lo probé mientras estabas en casa, y lo que me costó que lo entendieras, pero sonreíste y te tumbaste a mi lado diciéndome que también sentías vértigo ante tantas emociones colapsando tu mente. Y rompo en llanto porque no es justo, nadie tiene el derecho de hacerte ir de este mundo.
Ya casi es otoño y no estoy preparada, el aire frío se cuela por la ventana abierta y me recuerda tanto a ti que lo dejo pasar, y lo acojo en casa, dejando que me acaricie la piel. Las cortinas se mecen al igual que yo alentadas por el incipiente viento de la temporada. Y ya casi es otoño y aún estoy sentada en el sitio de siempre, con el jersey de siempre, preguntándome por qué tardas tanto en volver.





Comentarios