48. Parte uno
- Gwen Paterson
- 22 may 2021
- 2 Min. de lectura
Era el 48 de la fila, ella lo sabía, sabía que tarde o temprano esa
cola desembocaría en su sueño, o en su fracaso según
trascurrieran los acontecimientos. Estaba nerviosa, demasiado
nerviosa, su cuerpo era incapaz de mantenerse estático y miraba
ansiosa hacia todas las direcciones. El tiempo pasaba lento en
aquella fila, y al mismo tiempo, su percepción cambiaba, en
varios minutos avanzó hasta colocarse en trigésimo cuarta
posición. Y, como por arte de magia, en cuestión de un abrir y
cerrar de ojos se encontraba en primer lugar, frente a la entrada.
No había vuelta atrás, tampoco dudas, estaba decidida y a la vez
indecisa, pero ya no había vuelta atrás, la cortina se había
abierto. Se encontraba frente a una sala muy amplia, un pasillo
de luz y diseñadores de las firmas más exitosas. Solo tenía que
sonreír y desfilar, posar y no morir en el intento. Estaba bajo
mucha presión, era una colección muy importante y su futura
carrera dependería de como caminase por ese pasillo. Mientras
lo hacía, miles de pensamientos se entretejían en su mente como
una maraña de hilos y aún así su desfile fue impecable.
El desfile de la temporada de otoño fue de maravilla, recibió
magníficas críticas y su celebración fue más que merecida. Ella,
nuestra protagonista, charlaba con sus compañeras, comentando
algunos puntos sobre el trabajo realizado, reían y festejaban lo
logrado. Pero tres palabras trasformaron por completo su estado
de ánimo: “Tengo que despedirte”. Preguntó la causa de ese
mensaje tal cruelmente esbozado, y recibió una respuesta:
“Necesito chicas jóvenes, sin compromisos, sin… Hijos”. No podía
creerse lo que estaba escuchando, no era justo el motivo de su
despido, pero no podía conseguir convencerla, así que, tras casi
alcanzar su sueño con la yema de los dedos, se retiró de la fiesta
y salió del edificio.





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